Sonsoles Romero, psicóloga clínica en Las Palmas, nos habla sobre La soledad de las madres, desde su experiencia personal y profesional.
Hace ya 8 años que fui madre por primera vez y desde ese momento toda mi vida cambió, como nos pasa a todas. Nunca fui una persona que necesitara una vida social muy activa, muchos amigos ni salir demasiado, no obstante, a raíz de ser madre sí empecé a echar de menos compartir con otras madres que estaban viviendo lo mismo que yo o parecido. Es por eso que cuando mi primera hija tenía 4 meses comencé a facilitar grupos de crianza y apoyo a la maternidad, por mí y por todas las que tuvieron a bien acercarse a compartirse en los grupos. En muchas ocasiones, ese espacio de acompañamiento lo podemos encontrar en grupos de lactancia tan necesarios para disfrutar de una lactancia como sanadores para la soledad de las madres. Sin embargo, en mi consulta privada me encontraba madres que no habían podido o querido amamantar y que estaban igualmente solas y es por eso que el año pasado me animé a crear un grupo de puerperio en el que el tipo de alimentación no fuera un condicionante para participar. Algunas dan el pecho y otras el biberón pero todas necesitamos el mismo apoyo y la misma compañía.
Aprovecho estos grupos para llevar información que he ido acumulando con los años y tratar de informar de todas las inquietudes que una madre primeriza puede tener sobre alimentación, sueño, etc… pero lo más importante, para mí, es el grupo en sí mismo. Nos conocemos, nos reunimos y podemos quedar unas con otras dentro y fuera del grupo. Este es el verdadero poder del grupo, el contacto y la cercanía con otras mamás criando bebés de las mismas edades. Tenemos un chat de whatsapp para contarnos las malas noches, los mocos, las fiebres, las preocupaciones… y siempre hay alguien que responde. A veces paseo con algunas de las madres del grupo y es muy frecuente encontrar a una mujer sola, en el parque, con un carrito y un bebé… la mirada perdida, sola con su bebé. Y es que los días de baja por maternidad y los que le siguen si esa mamá decide criar a su bebé más allá de las míseras 16 semanas que el estado nos da, son días de mucha soledad, de muchísima entrega y dificultades de todo tipo. Las veo y puedo sentir lo solas que están en su mayoría, esperando que llegue su pareja del trabajo para tener un poco de apoyo o deseosas de que alguien se siente al lado para tener una conversación adulta.
Hoy, en este texto, quería llamar la atención sobre esa soledad de las madres. Soledad porque toda la vida cambia, porque dejamos de ser dueñas de nuestro tiempo, de nuestro cuerpo, de nuestro descanso y es muy duro vivirlo solas. La maternidad, la lactancia, los hijos son para disfrutar y, en muchas ocasiones, ese disfrute se ve completamente bloqueado porque no recibimos el apoyo suficiente. De vez en cuando salta alguna noticia de una madre que ha sido negligente con su bebé y la mayoría de las personas, habitualmente otras madres, se lanzan a juzgar a la madre como única responsable de todo. Yo me planteo cuánto oxígeno ha necesitado esa mamá que no ha recibido, cuanto tiempo llevará ahogando sus propias necesidades, pidiendo una ayuda que ha sido negada reiteradamente y sin un apoyo real que la acompañe a ser la madre que imaginó que sería cuando decidió serlo. Con el paso de los años se nos olvida lo duros que fueron los primeros meses o años… literalmente… hay madres que ni siquiera recuerdan malas noches cuando estoy convencida de que al menos algunas habría aunque no fueran la tónica general. Es poderosa la naturaleza que nos hace borrar los malos momentos para seguir criando a pesar del dolor que muchas sufrieron. Es poderosa la mente que borra los malos recuerdos, el miedo, la preocupación, el cansancio y deja a cambio todas las sensaciones hermosas que también tiene ser madre.
En este artículo reflexiono sobre el juicio hacia las demás y sobre la responsabilidad que tenemos como sociedad de proteger y cuidar a los más indefensos, estableciendo leyes y ayudas para que las madres no estén tan solas, para detectar cuando una mujer no puede más o simplemente no parte de una situación de estabilidad emocional y condiciones favorables en su entorno para sostener y entregarse a la nueva vida que ha gestado. Y mientras todo esto sucede, mientras exigimos leyes y condiciones que apoyen a las madres y a los bebés, también animo a las madres, de manera individual a no sentarse solas en los parques con la mirada perdida, a buscar grupos de crianza, de lactancia, de puerperio, a compartir sus experiencias con otras madres, a apoyarse en quienes viven lo mismo que ellas, a sentarse en el césped con los bebés a hablar de la salida de los dientes, de las noches en vela, del llanto de un bebé que está sano, en brazos y contenido y que, aún así, no conseguimos calmar, porque en compañía, en grupo…es más fácil.
Si eres madre reciente y te has sentido identificada, no tardes en buscar apoyo. Si sientes que necesitas compañía y deseas sumarte a los nuevos grupos que se abran escríbeme un whatsapp al 609752814. Todas estamos en el mismo barco y navegar juntas es un regalo.
La soledad de las madres por Sonsoles Romero
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