Mi vida es una suma de ratitos diarios. Ratitos de descanso, ratitos de aseo, ratitos de comida…
Uno de los consejos más recurrentes tras dar a luz es: “descansa mientras el duerme“. Qué bien suena y qué difícil llevarlo a cabo. Entendería que puede ser así, si mi cuerpo a la voz de ¡ya! durmiese profundamente. O tal vez podría llevarlo a cabo si no tuviese que lavar biberones, tetinas, chupetes, de manera cíclica varias veces al día. Todo eso sin contar que mi cuerpo necesita H2O + gel para refrescarse y sentirme limpia. O mi perro, mirándome ahora con casa desconsolada y con ganas de juego, tiene que salir a la calle a hacer sus necesidades. Sería posible si no tuviese que mantener mi casa decente, o la creatividad con la que escribo en mi blog se viese interrumpida cada dos frases, por una voz aguda, reclamando una chupa.
Ya no recuerdo lo que significa llegar a la fase REM, esa en la que mi cuerpo y mente descansaban desconectando durante unas horas al día. Mi aparato digestivo tampoco recuerda lo que significa comer sentada de una sola vez, o esa tan ansiada intimidad cuando voy al baño a eliminar mis deshechos.
Terminado mi ratito de escritura, comienza mi ratito bibe… Pero si son las 17:06 y yo aún sin comer! Tal vez en la cena tenga mi ratito de comida del día.
¿Tu maternidad también se compone de ratitos?
Pilar Medina.
Por favor, valora este contenido
Your page rank: